viernes, 12 de septiembre de 2008

Sudacas

"...el que esté libre de pecado que arroje la primera piedra..."

Hace unos días mi marido conectó TN y vimos una nota que le hicieron a una mujer que deportaron desde España. "Discriminación en España" decía el titular. Y la señora contaba que estaba junto a unos paraguayos y bolivianos a los que trataron de "negros" antes de mandarlos a casa.


Lo que intentaré hacer ahora es ser un poco objetiva, aunque no me salga, y poner las cosas desde mi punto de vista (sí, lo sé, es incoherente decir que seré objetiva cuando voy a ser subjetiva, pero bueno, soy yo).

Desde que yo llegué a España, desde el mismo aeropuerto de Barajas hasta hoy, no he encontrado ninguna persona que me discriminara por ser argentina, inmigrante o ilegal. Al contrario, cada persona que se da cuenta de dónde vengo (cosa no muy difícil) me habla maravillas de nosotros, de nuestra educación, de nuestra dulzura al hablar.... Nos han dado muchas oportunidades y todas las facilidades, nos han tratado con muchísimo respeto, nos han hecho un lugar entre ellos...

Pero volviendo a la célebre cita que inicia el post:

nosotros, argentinos, latinoamericanos, ¿como llamamos a los bolivianos y a los paraguayos, e incluso a los propios argentinos del norte??
¿O los términos "bolita" y "cabecita negra" los acuñaron los españoles???? ¿como llamamos nosotros a los inmigrantes que vinieron escapando de la guerra?? ¿¿O eso de "tano bruto" y "gallego ignorante" no lo escucharon nunca (y más de uno también lo habrá dicho)?????

Con esto no quiero decir que esté bien lo que hacen aquí, yo no soy quién para decir a quién debe dejar entrar cada uno en su casa, si se debe permitir la entrada de todo el mundo o no y cuándo se debe cerrar la puerta si la casa está llena.


Pero como reza un cartelito que los argentinos solemos colgar en todos los sitios públicos para evitar la entrada de "cualquiera":

"La casa se reserva el derecho de admisión y permanencia."

(Se admiten discrepancias)

domingo, 7 de septiembre de 2008

80

Cuando acabo de cortarme las uñas o lavarme la cabeza, o simplemente ahora que, mientras escribo, oigo un gorgoteo en mi estómago,
me vuelve la sensación de que mi cuerpo se ha quedado atrás de mí (no reincido en dualismos pero distingo entre yo y mis uñas)
y que el cuerpo empieza a andarnos mal, que nos falta o nos sobra (depende).
De otro modo: nos mereceríamos ya una máquina mejor. El psicoanálisis muestra como la contemplación del cuerpo crea complejos tempranos. (Y Sartre, que en el hecho de que la mujer esté "agujereada" ve implicaciones existenciales que comprometen toda su vida.) Duele pensar que vamos delanten de este cuerpo, pero que la delantera es ya error y rémora y probable inutilidad, porque estas uñas, este ombligo,
quiero decor otra cosa, casi inasible: que el "alma" (mi yo-no-uñas) es el alma de un cuerpo que no existe. El alma empujó quizás al hombre en su evolución corporal, pero está cansada de tironear y sigue sola adelante. Apenas da dos pasos
se rompe el alma ay porque su verdadero cuerpo no existe y la deja caer plaf.
La pobre se vuelve a casa, etc., pero esto no es lo que yo
En fin.


Larga charla con Traveler sobre la locura. Hablando de los sueños, nos dimos cuenta casi al mismo tiempo que ciertas estructuras soñadas serían formas corrientes de locura a poco que continuaran en la vigilia. Soñando nos es dado ejercitar gratis nuestra aptitud para la locura. Sospechamos al mismo tiempo que toda locura es un sueño que se fija.
Sabiduría del pueblo: "Es un pobre loco, un soñador...".
Julio Cortázar















1963. Rayuela, De otros lados, cap. 80.